miércoles, 18 de mayo de 2022

NOVENA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS: SANTO DOMINGO DE LA CALZADA - BELORADO.

 NOVENA ETAPA: Santo Domingo de la Calzada - Belorado.

Miércoles 18 de mayo de 2022

La tarde del lunes la aprovechamos para hacer turismo arquitectónico; y bien que estuvo, ya que Santo Domingo da para henchirse de arquitectura. 


  Después de almorzar el grupo de cinco en la Plaza Mayor, Erika y Juan Primor decidieron irse para el albergue, mientras que Annika, Laura y yo decidimos tomarnos un café y dedicar a continuación toda la tarde a visitar los distintos monumentos de la localidad; en verdad que las visitas las realizamos la escandinava y yo, pues Laura se dedicó toda la tarde por libre a tomar bocetos de distintos monumentos; en tres ocasiones coincidimos con ella mientras pintaba y observé que, sin que ella se diese cuenta que llegábamos, su cara rebosaba pura felicidad; también observé que a Annika no le caía muy simpática la pintora, tratando siempre de darle de lado.

Antes de dirigirnos para el albergue decidimos comprar embutidos, pan y alguna fruta, para la cena y para el camino de mañana. Yo compré para mí y para Juan Primor, ya que con lo que traía entre manos no creo que haya caído en comprar nada. 

Nos hablaron de unos dulces muy típicos de la localidad y que si queríamos comerlos frescos podíamos hacerlo en un bar en la misma calle del albergue, y que  dicho bar abría a las seis y media de la mañana.

Llegamos al albergue y me dirigí directamente a la habitación que habíamos alquilado los cuatro, ya que la pintora se había instalado en el dormitorio general, y cual fue mi sorpresa  cuando abrí la puerta y me encontré a Erika y a Juan Primor haciendo que chirriaran los muelles del colchón de abajo de una de las literas; media vuelta y ya volveré a coger el cargador del móvil que era a por lo que iba.

Picamos algo de embutidos y una pieza de fruta, y a la piltra.

 


A las siete menos cuarto de la mañana salíamos los cinco del albergue y nos dirigimos, por un capricho mío, al bar en el que conocería los famosos ahorcaditos, que son unos dulces de hojaldre y crema de almendra con forma de vieira. Solo los hombres comimos uno de esos dulces, ya que las mujeres prefirieron café, tostada y zumo de naranja. Tengo que decir que están exquisitos. A las siete y media ya estábamos fuera de Santo Domingo de la Calzada.

Si tuviera que hacer un resumen de la etapa de hoy solo tendría que decir que me resultó anodina, insulsa y de un perfil vacío en cuanto a contenidos para los sentidos. Nada que ver con aquellas etapas navarras pirenaicas y post pirenaicas, que te saciaban la vista con multitud de colores, te inundaban la nariz con mil y una fragancia de distintas especies, te colmaban los oídos con un sinfín de melodías que hasta el crujir de los árboles llevaban compás, te embriagaban de sabores pues hasta el aire era comestible, y por último, por el tacto, imaginabas que tocabas el cielo con las manos ante tanta belleza junta. Era totalmente distinto.

Y lo peor de todo que esta era tan solo la primera de las etapas castellanas. Entrar en Burgos y salir por León; recorrer a lo ancho toda la meseta castellano leonesa. Esperemos que cambie el panorama, aunque no creo.

Etapa de perfil llano, pasando por la localidad de Grañón, último pueblo de la Rioja.  Un par de kilómetros más adelante nos encontramos con el cartel que nos indica que nos hayamos en Castilla-León, en concreto en la provincia de Burgos. Campos de cereales inundan nuestra vista, solo interrumpidos por hileras de chopos que discurren paralelas a los numerosos arroyuelos que serpentean los campos.

Insisto, y no quiero ser pesado, en lo tedioso del camino, como comentó en un momento la cada vez más simpática Laura, "este paisaje no sirve ni para pintarlo", observación que fue rebatida por Annika, a modo de puñal, comentando que "no todos los que se venden y se llaman pintores tienen la sensibilidad de captar el mensaje que siempre nos ofrece todo paisaje". La guerra estaba servida, se veía venir, aunque entre dos, si uno, y en este caso "una no quiere", no hay pelea; y la encantadora Laura no quería. Me tocaba a mí de servir de para fuegos por si la situación pasaba de la raya; lo peor que me pudiera pasar era que una esquirla ardiente me quemara; porque con lo que respecta a Juan Primor, no podía esperar que jugase el papel de juez de paz o de bombero, ya que Erika le había enseñado el camino de las nubes, no siendo apto para nada que no fuera hacer crepitar somieres vencidos por el paso de tantos peregrinos. Laura, en un momento que nos quedamos solos poco antes de llegar a Vitoria de Rioja, pueblo donde nació a principios del siglo XI Santo Domingo de la Calzada, se me dirigió con un semblante que en nada se parecía al que lucía cuando hacía del folio una obra de arte con sus trazos a carboncillo: "estoy pensando en separarme del grupo; veo que desde que llegué lo único que recibo son malas caras, y yo para malos rollos, me voy". ¿Yo te pongo malas caras? -le respondí-. "No, tu no; tú todo lo contrario" -contestó con una expresión como excusándose-, a lo que yo le respondí con cierto aire autoritario, "pues entonces vas a hacer lo que yo te diga, te vas a quedar, y lo vas a hacer porque yo deseo que te quedes". La respuesta de Laura se reflejó en un par de lágrimas corriendo por sus mejillas.


    Tras llegar a Belorado, instalarnos en el albergue y darnos una ducha, Juan Primor y yo salimos a buscar un sitio donde almorzar. Encontramos un restaurante, el "Cuatro Cantones" y avisamos por teléfono a las mujeres tal como habíamos quedado. La comida por quince euros, estuvo bien. De primero comí unas alubias rojas exquisitas, gratinado de setas espectaculares de segundo y de postre tarta de dos chocolates que compartí con Laura, acompañado todo con tinto de la casa. Tras un café volvimos los cuatro al albergue, ya que Laura se quedó para pintar algo que le llamase la atención, donde hice la colada y tendí la ropa. Pero mejor que me hubiera quedado acompañando a la pintora, porque una vez hechas mis faenas, y tras perderse Juan Primor con Erika por no sé dónde, estuve gran parte de la tarde dándole largas a Annika que pretendía que hiciésemos lo mismo que nuestra pareja amiga.

Mañana será otro día, que por cierto me dicen que se endurece un poco el camino. Ya os contaré.


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