viernes, 20 de mayo de 2022

UNDÉCIMA ETAPA CAMINO FRANCÉS: SAN JUAN DE ORTEGA - BURGOS.

 UNDÉCIMA ETAPA:  San Juan de Ortega - Burgos.

Viernes 20 de mayo de 2022


La tarde de ayer estuvo de sorpresas, ya que cuando Laura y yo regresamos del arroyo de San Juan, nos encontramos a Juan Primor y a las dos nórdicas en la puerta del albergue, sin poder pernoctar en él, 


    ya que cuando regresaron de Agés todas las camas se encontraban ocupadas. Lo que les ocurrió fue que cuando llegaron a su fin de etapa, se encontraron con que, por problemas personales de la posadera, el albergue de la localidad llevaba ya cerrado varios días, decidiendo deshacer el camino y volver hasta San Juan de Ortega, decisión, bajo mi modesto entender, totalmente errónea, ya que si hubieran seguido dos o tres kilómetros más se hubieran encontrado con el albergue de Atapuerca; pero allá ellos. Está claro que el camino nos los devolvió. Al final el alberguero nos solucionó el problema de alojamiento y los cinco nos apañamos con cuatro camas; ni que decir tiene que las dos personas que durmieron juntos fueron......., los que fueron.

La etapa de hoy, la que nos llevará hasta Burgos, tiene un recorrido de más de veintisiete kilómetros, y en reunión a última hora de ayer, decidimos de mandar nuestras mochilas en taxi con la intención de hacer el camino más liviano; así y todo acordamos salir a las cinco y media, por lo que a las cinco había que estar en planta. Así lo hicimos.
La oscuridad con la que avanzábamos en el camino, solo rota por las linternas de cabeza que llevábamos Annika y yo, pues la de Juan Primor se había quedado sin pilas nada más abandonar el complejo monástico de San Juan de Ortega, y que no nos permitía ver más allá de un par de metros, hizo que nos equivocáramos de camino, cogiendo uno que lo que hacía era alejarnos de Agés, que era a donde nos dirigíamos. Ya con las chavitas del día nos dimos cuenta de nuestra equivocación , intentando de enmendar nuestra metedura de pata acortando campo a través. ¡Para qué!. Maldita sea la hora que decidí, porque fui yo el que tomó esa decisión, de tomar ese atajo que pensé que nos trasladaría hasta el camino que nos llevara hasta Agés. 
Entre caminos de cabras casi cerrado por tojos que  nos sobrepasaban en altura, llegó un momento en el que quedamos atrapados, no pudiendo seguir hacia adelante. Y entonces, después de intentar abrir un nuevo sendero, sentí como el tobillo me crujía. No quiero entrar en detalles, pero mi pie quedó atrapado en un cepo.
Gracias a mi grupo de viaje, sobre todo a Juan Primor, por hacer las gestiones pertinentes para que en este momento me encuentre en el hospital Recoletas de Burgos, en planta, a la espera que mañana sábado me intervengan el tobillo.
No he podido hacer realidad al completo el sueño que tanto estuve esperando. Volveré a intentarlo.
Gracias por todo y perdonad por no haber logrado mi objetivo.

DEDICADO A MI AMIGO CAPI.
 

Y aquí termina esta pequeña serie en la que, desde el sillón de mi despacho, traté de seguir los pasos  que desde un día antes de que empezara, y me refiero a mi serie, comenzó un gran amigo mío desde San Juan de Pie De Puerto, en el Pirineos francés; un amigo que como diría otro, "todo lo hace bien el muy c.....". 

Espero que os haya entretenido; creo que sí. Y digo que creo que sí porque habéis sido muchos los que me habéis dado ánimo en mi empresa. Perdonad si os he confundido a veces sobre la veracidad de mis "vivencias compostelanas", queriendo remarcar que tan solo lo hice con el objetivo de entretener.

Algunos preguntaréis ahora que porqué concluyo esta serie y no prosigo tras la estela que va dejando el amigo del que os hablé, y que tiene la intención de llegar hasta Santiago. Pues simple y sencillamente no prosigo porque me han surgido una serie de cosas a las que tengo que atender y que me impiden entregarme a la escritura como ella se merece. Pero que sepáis que mi intención era que "el colombiano Aarán Cifuentes volviese a cometer un nuevo asesinato a la altura de la localidad de Sanabria, pero que fuese hecho preso en las calles de Santiago cuando se disponía a asestarle un golpe mortal al que escribe estas líneas. Que Juan Primor terminase el camino en compañía de Erika, consiguiendo su marca personal de hacer crujir los somieres en todos aquellos albergues en los que pernoctaron; que Annika, harta de no conseguir lo que buscaba decidiera quedarse en la ciudad de Burgos; y que Laura, aunque algunos lectores pensaran otra cosa, demostrara que siempre fue lo que fue, una gran señora, llegando a Santiago muy fortalecida mentalmente y habiendo recuperado la ilusión que tenía perdida cuando comenzó su camino en Somport. En cuanto a Aracelis, la dominicana, nunca más supe de ella, habiéndose esfumado como si no quisiera nunca más saber de mí, cuando en verdad puedo asegurar que no di motivo para su comportamiento."

Queridos lectores y lectoras, gracias por dedicarme unos minutos de vuestro tiempo en estos últimos días.

jueves, 19 de mayo de 2022

DÉCIMA ETAPA CAMINO FRANCÉS: BELORADO - AGÉS.

 DÉCIMA ETAPA:  Belorado - Agés.

Jueves 19 de mayo de 2022


El día comenzó para el grupo mucho antes que saliesen las chavitas del día, sin poder explicar ninguno el porqué todos, sin excepción,   

nos vimos en la cocina tomando el primer café del día sobre las cinco, sin haber despertado uno a otro y habiendo quedado la noche anterior en desayunar a las seis para estar ya en el camino antes que diesen las seis y media de la mañana, ya que no teníamos claro si la etapa de hoy la íbamos a terminar en San Juan de Ortega o en Agés, unos cuatro kilómetros más adelante; además nos habían comentado que la segunda parte de la etapa era algo más exigente. Fue como si una meiga de las que nos esperan por los montes gallegos se hubiera aburrido y se hubiese trasladado hasta el albergue castellano leonés para tirarnos del saco de dormir y despertarnos solo y en exclusiva a los cinco miembros del grupo. Pues sí, cosas de brujería.

A las cinco y media ya estábamos fuera del albergue; quizás unos minutos más, el tiempo que me costó de convencer a Laura para que dejase de echarle cuentas a los dardos venenosos que le lanzaba Annika y que desistiera de su idea de dejarnos de acompañar para hacer ella el camino una hora más tarde, sola o en compañía de cualquier otro peregrino. Solo conseguí convencerla después de pedírselo por favor que nos acompañara.

Ya los cinco en la senda, tras hora y media de camino y haber cruzado el pueblo de Tosantos, llegamos al de Villambistia, haciéndole caso a la leyenda que dice que todo peregrino que pase por la fuente que existe delante de la iglesia de San Esteban, deberá de remojarse la cabeza en las aguas que emanan de sus chorros, todo con el fin de recuperar la vitalidad perdida en el camino y hacer que desaparezca el cansancio acumulado.  

Abandonamos Villambistia entre árboles y nos encaminamos a llegar a la mitad de la etapa que era donde comenzaba a complicarse un poco tras pasar por  Espinosa del Camino y Villafranca. Y fue una vez pasado el pueblo de Villafranca Montes de Oca donde he vivido el momento más amargo en todo lo que llevo de viaje. 



¿Cómo el ser humano puede ser tan cruel y tan malvado? La violencia nunca se podrá justificar, y mucho menos si conlleva la muerte de inocentes. Náuseas me entraron cuando leí el cartel que nos encontrábamos junto a una fosa común del tiempo de la guerra civil. Ni me paré a leer quiénes habían sido los que apretaron el gatillo, ni me interesaré más por el tema, ni nada de nada que traiga a mi mente tan salvajes comportamientos. Solo vi un cartel en el que se anunciaba que quedaban nueve kilómetros para llegar a San Juan de Ortega, lo que me llevó a decidir que yo pernoctaría en San Juan, y que si algunos del grupo quisieran seguir hasta Agés, pues que lo hiciesen; conmigo que no cuenten.

Gran parte de los nueve kilómetros que me faltaban para llegar los hice con los ojos humedecidos, no echándole cuenta alguna a la pista de gravilla por la que pisaba, ni a los robles, ni a los enebros, ni a los brezos; a nada ni a nadie. Bueno, esto no es exactamente todo cierto. Mientras que Juan Primor y Erika iban a su bola, con comportamientos de quinceañeros con calcetines, y Annika en plan "no quiero saber nada de ti" desde que  le aconsejé que se controlase un poco y que dejase de atacar a la pintora, tengo que reconocer que fue Laura  la única componente del grupo que se preocupó de mi estado, llegando incluso, en el último descanso de la etapa, y sin mediar palabra alguna, a darme un masaje en la zona que va desde mis hombros a mi cuello; solo ella comprobó la tensión que llevaba encima.

Y por fin llegamos a San Juan de Ortega. "Yo me quedo aquí" -dije dirigiéndome a todos-. Caras de extrañeza en las suecas y en Juan Primor, contestándome él que "yo sigo hasta lo previsto, hasta Agés"; "nosotras también seguimos", contestó Annika; "¿y tú, pintora?" -se dirigió a continuación a Laura, en un tono de pocas amigas-, "yo me quedo aquí" -contestó ella sin pensarlo; "me lo imaginaba; mejor así", respondió en su línea Annika. "Bueno -intervine yo-, si el camino nos separa que sea el mismo camino el que nos vuelva a unir". Y los tres partieron para Agés, poco más de cuatro kilómetros.  


   Tras instalarnos en el albergue y ducharnos, salimos por el pueblo para almorzar. ¿Tienes mucha hambre? -me preguntó cuando pasamos por delante de la iglesia, en un tono como demandándome que contestase que "no"-. Capté lo que me pedía. "Creo que si nos sentamos aquí en la sombra, mientras nos tomamos una cerveza, tienes una vista perfecta para tu boceto. ¿Te parece bien?". Me contestó con un "gracias" y una sonrisa.

La estuve observando mientras deslizaba el lápiz por el papel inmaculado y su semblante me confirmó lo que ya había observado con anterioridad: la pintura le inflaba felicidad, llegándole incluso a cambiar por completo el rictus de su cara, un rictus del que se desprendía bondad, dulzura, generosidad, y sobre todo, mucha felicidad.

Y llegó la hora del almuerzo. ¡Cuánta hambre tenía!. Y como observé que la camarera del bar "Marcela" era muy agradable, le pedí un plato fuera de carta. "¿Sería usted capaz de hacernos un buen plato de patatas fritas  revueltas con huevos y adornándolas con dos o tres rodajitas de morcilla de Burgos encima y con una botella de vino tinto de la tierra?"  "En diez minutos tenéis delante de vosotros ese plato, pero mientras que no llega, para picotear os pondré una ensalada con lechuga, atún, espárragos, un poco de maiz y un tomate exquisito que viene expresamente de vuestra tierra, de Conil, ¿porque vosotros sois de Cádiz, no?" . "Acertó usted, de Cádiz" -le contesté-, "y lo de la ensalada me parece perfecto". 

El revuelto de patatas fritas con adornos de morcilla, exquisito, el vino exquisito, la tarta con almendras y chocolate blanco, espectacular, el chupito de hierbas impresionante, y el café....., ya no digo nada. "Ahora solo estoy para una siesta" -dijo Laura-, a lo que yo le contesté, "pues yo voy a buscar una buena sombra en el arroyo de San Juan, que está aquí detrás, y a ver si puedo echar la siesta con los pies metidos en el agua". Así lo hicimos. Y a la vuelta, después de dos horas, nos encontramos una sorpresa en la puerta del albergue, sorpresa que ya os contaré mañana.





miércoles, 18 de mayo de 2022

NOVENA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS: SANTO DOMINGO DE LA CALZADA - BELORADO.

 NOVENA ETAPA: Santo Domingo de la Calzada - Belorado.

Miércoles 18 de mayo de 2022

La tarde del lunes la aprovechamos para hacer turismo arquitectónico; y bien que estuvo, ya que Santo Domingo da para henchirse de arquitectura. 


  Después de almorzar el grupo de cinco en la Plaza Mayor, Erika y Juan Primor decidieron irse para el albergue, mientras que Annika, Laura y yo decidimos tomarnos un café y dedicar a continuación toda la tarde a visitar los distintos monumentos de la localidad; en verdad que las visitas las realizamos la escandinava y yo, pues Laura se dedicó toda la tarde por libre a tomar bocetos de distintos monumentos; en tres ocasiones coincidimos con ella mientras pintaba y observé que, sin que ella se diese cuenta que llegábamos, su cara rebosaba pura felicidad; también observé que a Annika no le caía muy simpática la pintora, tratando siempre de darle de lado.

Antes de dirigirnos para el albergue decidimos comprar embutidos, pan y alguna fruta, para la cena y para el camino de mañana. Yo compré para mí y para Juan Primor, ya que con lo que traía entre manos no creo que haya caído en comprar nada. 

Nos hablaron de unos dulces muy típicos de la localidad y que si queríamos comerlos frescos podíamos hacerlo en un bar en la misma calle del albergue, y que  dicho bar abría a las seis y media de la mañana.

Llegamos al albergue y me dirigí directamente a la habitación que habíamos alquilado los cuatro, ya que la pintora se había instalado en el dormitorio general, y cual fue mi sorpresa  cuando abrí la puerta y me encontré a Erika y a Juan Primor haciendo que chirriaran los muelles del colchón de abajo de una de las literas; media vuelta y ya volveré a coger el cargador del móvil que era a por lo que iba.

Picamos algo de embutidos y una pieza de fruta, y a la piltra.

 


A las siete menos cuarto de la mañana salíamos los cinco del albergue y nos dirigimos, por un capricho mío, al bar en el que conocería los famosos ahorcaditos, que son unos dulces de hojaldre y crema de almendra con forma de vieira. Solo los hombres comimos uno de esos dulces, ya que las mujeres prefirieron café, tostada y zumo de naranja. Tengo que decir que están exquisitos. A las siete y media ya estábamos fuera de Santo Domingo de la Calzada.

Si tuviera que hacer un resumen de la etapa de hoy solo tendría que decir que me resultó anodina, insulsa y de un perfil vacío en cuanto a contenidos para los sentidos. Nada que ver con aquellas etapas navarras pirenaicas y post pirenaicas, que te saciaban la vista con multitud de colores, te inundaban la nariz con mil y una fragancia de distintas especies, te colmaban los oídos con un sinfín de melodías que hasta el crujir de los árboles llevaban compás, te embriagaban de sabores pues hasta el aire era comestible, y por último, por el tacto, imaginabas que tocabas el cielo con las manos ante tanta belleza junta. Era totalmente distinto.

Y lo peor de todo que esta era tan solo la primera de las etapas castellanas. Entrar en Burgos y salir por León; recorrer a lo ancho toda la meseta castellano leonesa. Esperemos que cambie el panorama, aunque no creo.

Etapa de perfil llano, pasando por la localidad de Grañón, último pueblo de la Rioja.  Un par de kilómetros más adelante nos encontramos con el cartel que nos indica que nos hayamos en Castilla-León, en concreto en la provincia de Burgos. Campos de cereales inundan nuestra vista, solo interrumpidos por hileras de chopos que discurren paralelas a los numerosos arroyuelos que serpentean los campos.

Insisto, y no quiero ser pesado, en lo tedioso del camino, como comentó en un momento la cada vez más simpática Laura, "este paisaje no sirve ni para pintarlo", observación que fue rebatida por Annika, a modo de puñal, comentando que "no todos los que se venden y se llaman pintores tienen la sensibilidad de captar el mensaje que siempre nos ofrece todo paisaje". La guerra estaba servida, se veía venir, aunque entre dos, si uno, y en este caso "una no quiere", no hay pelea; y la encantadora Laura no quería. Me tocaba a mí de servir de para fuegos por si la situación pasaba de la raya; lo peor que me pudiera pasar era que una esquirla ardiente me quemara; porque con lo que respecta a Juan Primor, no podía esperar que jugase el papel de juez de paz o de bombero, ya que Erika le había enseñado el camino de las nubes, no siendo apto para nada que no fuera hacer crepitar somieres vencidos por el paso de tantos peregrinos. Laura, en un momento que nos quedamos solos poco antes de llegar a Vitoria de Rioja, pueblo donde nació a principios del siglo XI Santo Domingo de la Calzada, se me dirigió con un semblante que en nada se parecía al que lucía cuando hacía del folio una obra de arte con sus trazos a carboncillo: "estoy pensando en separarme del grupo; veo que desde que llegué lo único que recibo son malas caras, y yo para malos rollos, me voy". ¿Yo te pongo malas caras? -le respondí-. "No, tu no; tú todo lo contrario" -contestó con una expresión como excusándose-, a lo que yo le respondí con cierto aire autoritario, "pues entonces vas a hacer lo que yo te diga, te vas a quedar, y lo vas a hacer porque yo deseo que te quedes". La respuesta de Laura se reflejó en un par de lágrimas corriendo por sus mejillas.


    Tras llegar a Belorado, instalarnos en el albergue y darnos una ducha, Juan Primor y yo salimos a buscar un sitio donde almorzar. Encontramos un restaurante, el "Cuatro Cantones" y avisamos por teléfono a las mujeres tal como habíamos quedado. La comida por quince euros, estuvo bien. De primero comí unas alubias rojas exquisitas, gratinado de setas espectaculares de segundo y de postre tarta de dos chocolates que compartí con Laura, acompañado todo con tinto de la casa. Tras un café volvimos los cuatro al albergue, ya que Laura se quedó para pintar algo que le llamase la atención, donde hice la colada y tendí la ropa. Pero mejor que me hubiera quedado acompañando a la pintora, porque una vez hechas mis faenas, y tras perderse Juan Primor con Erika por no sé dónde, estuve gran parte de la tarde dándole largas a Annika que pretendía que hiciésemos lo mismo que nuestra pareja amiga.

Mañana será otro día, que por cierto me dicen que se endurece un poco el camino. Ya os contaré.


martes, 17 de mayo de 2022

OCTAVA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS: NÁJERA - SANTO DOMINGO DE LA CALZADA.

 OCTAVA ETAPA:  Nájera - Santo Domingo de la Calzada.

Martes 17 de mayo.

Como ya apunté en el la crónica de ayer, nuestras previsiones eran las de levantarnos bien temprano con el fin de, aprovechando la etapa corta, disfrutar de Santo Domingo de la Calzada. 


 Pero si pronto nos íbamos a levantar, más temprano estaba yo despierto.  Es verdad que nos acostamos a la hora de las gallinas, y a las diez ya me estarían oyendo roncar, pero con lo cansado que caemos en la cama es como para que no me despertase hasta que no sonase el despertador. Pues no. Eran las cuatro de la madrugada y ya estaba despierto, no volviendo a pescar nada de sueño. Y este desvelo mío en esta ocasión supe saber porqué estaba motivado. Estuve toda la noche, o eso fue lo que me pareció, con la imagen de Aarán Cifuentes en mi mente. Tan cerca mía lo vi que hasta tuve la sensación que me infringía el mismo castigo que a sus dos víctimas. Y lo peor de la situación era que, una vez despierto, seguía pensando en él, sin poder borrar sus facciones de mi mente. Tan obsesionado estaba con él que, en un momento de casi desesperación, pensé incluso en coger un taxi y adelantarme tres  o cuatro etapas, para desde allí seguir mi camino en sentido contrario, de esa manera me lo encontraría de frente, ya que de lo que estaba seguro era que no me podía llevar más de dos etapas de ventajas. La idea la tenía que madurar, incluso se la podía comentar a Juan Primor a ver qué le parecía. Conociéndolo como creo conocerlo ya, seguro que me contesta que deje de buscarme problemas.

El despertador sonó a las cinco y media, y antes que me diese tiempo a levantarme, ya se encontraba junto a mi litera la buena de Annika para cambiarme el vendaje, detalle este que le agradecí. Como también le agradecí a Erika que cuando llegamos  a la cocina ya estaba hecho el café y que el tostador estuviese funcionando. Estaba claro que las fisio suecas estaban por la labor de hacer un buen grupo.

   Tras desayunar salimos a la calle y comenzamos nuestra etapa de hoy. Teníamos una novedad y era que se añadió a nuestro grupo de cuatro una nueva componente. Se llama Laura y, al igual que yo, es andaluza y gaditana. A primera vista se veía muy simpática, pero vi en sus ojos que tenía algún tipo de carencia. El camino, si seguimos juntos, nos dirá.

Salimos de la localidad de Nájera con rapidez, ya que el albergue en esta ocasión se encontraba cerca de la salida en el sentido de marcha. Al igual que en el día de ayer, iba liviano de equipaje, ya que cuando contraté con el taxi el traslado de mi mochila lo hice por dos días, ya que el bono me salía casi igual que un día solo. De todas formas, la dolencia del tobillo había desaparecido por completo, dándome un poco de apuro de ver a mis compañeros de etapa cargados hasta arriba, sobre todo la nueva integrante del grupo, Laura.

Al igual que ayer, el camino no era complicado, dificultándose en alguna que otra ocasión con ligeros repechos no muy pronunciados. Las viñas van alternándose con los sembrados de cereales: trigo, avena y cebada; también campos de colza.


  El camino se hacía muy agradable. Mientras que Juan Primor se adelantó unos metros, treinta o cuarenta, con Erika y Annica, mirando esta última continuamente para atrás, yo me rezagué un poco con Laura; no sé si inconscientemente; creo que no. Desde un primer momento me resultó muy agradable, y aunque no gozaba de la sensualidad física  de las dos nórdicas, poseía otras muchas cualidades que la hacían más seductora. Su naturalidad, gracejo y sencillez eran atributos que la hacían que no pasase desapercibida. Tan a gusto me encontraba hablando con ella que, al verla que se quejaba un poco de la espalda, y sin que ella pudiera reaccionar, le cogí su mochila y me la eché a la espalda. La sonrisa que me regaló  por debajo de sus ojos rasgados merecía el esfuerzo.

Así llegamos hasta un merendero, sobre el kilómetro doce o trece, en las inmediaciones de la localidad de Cirueña, donde nos detuvimos para comernos unos bocadillos. Y cual fue mi sorpresa cuando Laura sacó de su mochila un bloc y unos lápices y comenzó a pintar la panorámica. Observé como se abstrajo y se evadió por completo. Era puro disfrute. Hasta los ojos tristes le cambiaron, llenándosele de luminosidad. ¿Me dejas ver? -le dije inmediatamente después que comenté al grupo que reanudábamos la marcha-. Me impresionó. Tenía plasmado en medio bloc, no sé cuantas panorámicas desde que saliese de Somport.

Al poco de reanudar la marcha nos topamos con una urbanización y un complejo con campo de golf; tanto una como otro desencajaban en el manual del peregrino, aparte de ser todo un desastre ecológico en medio del remanso de paz del que disfrutamos todo caminante. Bordeamos Cirueña y muy pronto descubrimos al fondo la silueta de Santo Domingo de la Calzada, donde como obelisco triunfador despunta la torre barroca de la catedral. ¿Os importaría adelantaros y me reserváis cama en el albergue?, quiero hacer un esbozo de esta vista maravillosa -nos pidió Laura-, a lo que yo le contesté que me llevaría su mochila.  


No podíamos dilatarnos mucho tiempo porque corríamos el riesgo de quedarnos sin cama en el albergue. Nunca, desde que salí de Saint Etienne de Baigorry, había visto el camino tan poblado de peregrinos como lo estaba viendo hoy; lo de hoy era un batiburrillo de colores a lo largo de todo el camino, una mezcolanza de nacionalidades y un enjambre de idiomas. Familia -me dirigí a Juan Primor y a las escandinavas- hay que meter el turbo en estos kilómetros finales. Y menos mal que aceleramos la marcha, porque si llegamos minutos más tarde nos hubiéramos tenido que buscar la vida fuera del albergue.

Hoy toca empaparme de la riqueza monumental de esta coqueta localidad. Mañana os cuento como me fue.

lunes, 16 de mayo de 2022

SÉPTIMA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS: LOGROÑO - NÁJERA.

 SÉPTIMA ETAPA : Logroño - Nájera.

Lunes 16 de mayo.

      Si tuviera que hacer un breve resumen de la etapa de hoy, me resultaría muy fácil hacerlo y lo diría con seis palabras: "a bu rri dí si ma". Nada que llamase la atención. Solo la incorporación al paisaje de tres elementos paisajísticos de una forma abundante: las viñas, los olivos y los frutales. 


 Una orografía casi plana, con un cambio de nivel de unos cien metros entre salida y llegada, con un par de tachuelas sin importancia alguna. Por lo demás, solo dos notas negativas, tanto a la salida como a la llegada, y ambas suponiendo la peor noticia para el peregrino, que no es otra que hacer kilómetros por zonas urbanas. Así, salir de Logroño supone andar más de cinco kilómetros entre edificios y calles asfaltadas, y llegar al albergue de Nájera, algo menos  que en la salida, pero superando los dos kilómetros callejeando. Un tostón.

En cuanto a lo positivo del día, varias cosas. Acierto total en enviar la mochila por taxi hasta el albergue de Nájera. Otra cosa positiva ha sido la desaparición de cualquier síntoma doloroso en la zona del tobillo. Aunque he de decir que la ausencia de dolor fue debido a los masajes que me dieron ayer antes de acostarme y esta mañana antes de comenzar la marcha. Las autoras de estos masajes fueron dos fisioterapeutas de nacionalidad sueca, fisioterapeutas que realizaron toda la etapa junto a nosotros dos. Además de demostrar ser grandes profesionales, llevando más de veinte años en su profesión, pueden estar orgullosas de su belleza y de su simpatía. Y otra cosa que valoro en ellas es que dominan perfectamente el castellano.

Volviendo a la descripción del itinerario, quizás he sido algo injusto al hacerlo y tacharlo de aburridísimo; aunque no es para tirar cohetes, podemos decir que tiene algunos tramos dignos de destacar. El primero de ellos, y todavía en los alrededores de Logroño, habría que hablar del parque de la Grajera, entorno a un gran embalse y que es utilizado como zona verde de la ciudad, con un tramo de su paseo que está flanqueado por cipreses y que, según comentó Erika, una de las suecas, le recordó a la Vía Appia romana; a Juan Primor, que no dejaba de hablar con Annika, la otra sueca, le recordó a la entrada de no recuerdo ahora qué cementerio. 



Hemos observado también que en varios puntos del itinerario de hoy, tanto en los centros urbanos por los que hemos pasado como a campo abierto, se encontraban apostados observando el paso de todos los peregrinos que pasábamos, vehículos con agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. He pensado que sin lugar a dudas esta presencia policial es debida a la búsqueda del tal Aarán Cifuentes. Este hecho me reafirma que el tal colombiano va por delante nuestra, por lo que tendremos que extremar las medidas de auto protección y no fiarnos de nadie. Cuando le comento el tema a las fisio, tras unas tres horas de marcha y habiéndonos parado a desayunar en la localidad de Navarrete, se les cambió el semblante a las dos. Ninguna de las dos  sabía nada del tema, por lo que, y se lo noté en sus miradas, temerosas, buscaron protección en mí, que era el que estaba relatando la historia. En verdad no os debéis de preocupar mucho, ya que este tipejo va buscando a hombres y no a mujeres -les comenté-, y yo he sacado mi propia conclusión -quedándose las dos pasmadas esperando lo que yo fuera a relatar-: sin haber estudiado los casos de los dos varones aparecidos muertos, creo, y repito, sin mucha base científica ni de investigación, que este puto asesino tiene que llevar tras sus espaldas algún trauma con las mujeres, un trauma de tipo sexual o de relación con ellas, viendo con malos ojos a todo hombre que tienen éxito con las mujeres. Las dos suecas estaban ensimismadas con mis conclusiones, acercándose cada vez más a mí. Prosigo -comenté-. Como en este andar diario es fácil que la relación entre peregrinos se estreche y concretamente la de mujer-hombre se llegue incluso a la más pura intimidad, hecho este de lo más normal, pienso yo que este asesino no soportaría que ningún hombre llegara a intimar con una mujer, castigándole donde más le duele que era la amputación de su miembro, por ser esa parte de su cuerpo de la que él probablemente no podía hacer uso, inclinándome así de que el trauma del asesino era de índole sexual.  

La verdad era que yo a mi relato le puse un poco de dramatismo con el solo fin de atraerme la atención de las oyentes, como así sucedió, pero lo que no pensé cuando relataba era que ese acercamiento de las féminas, en el caso de que fuera cierta mi teoría, lo único que podía traerme eran problemas por parte del asesino, en el caso que nos merodeara. Con el que me reía era con Juan Primor, quien se estaba ilusionando con Erika, al decirme aprovechando que fueron al baño antes de volver a la senda,lo siguiente: "hijo puta, cómo te las has ganado a las dos; levanta un poquito el pie con la Erika, que hasta ahora me la estaba metiendo en el bote".

De vuelta al camino, traté de aislarme un poco del grupo, ya que, viendo el interés de las dos suecas, no quería repetir la experiencia que tuve con la bella Aracelis, experiencia que según el barrunto que tengo, no ha terminado todavía.

Marqué un ritmo alto, a pesar de los consejos que me dio repetidamente Annika, diciéndome que no forzara el tobillo, y los comentarios de Juan Primor que no dejaba de echarme la liviandad de la bolsita que llevaba a la espalda al haber decidido enviar mi mochila por taxi hasta Nájera. Sabia decisión. Así y todo, los tres siguieron mi ritmo perfectamente.

Fue así como nos plantamos a tres o cuatro kilómetros del punto final, concretamente en el paso del río Najerilla, lugar donde, ya que íbamos bien de tiempo, nos descalzamos y nos refrescamos los pies. Fue curioso que sin decirles nada, las dos suecas se prestaron raudas, primero a quitarme el vendaje y a continuación a volvérmelo a poner. Poco antes de emprender la marcha, se nos acercaron dos ancianos lugareños, los dos con muy buena planta y ligeros de pinreles, y tras los saludos de rigor, uno de ellos se atrevió a preguntarnos que si "no estábamos tocados del ala como un grupo que pasaron ayer", a lo que Juan Primor le preguntó que "porque dice usted eso?", contestando el buen señor que "ayer un grupo de siete, entre mozos y mozas, comenzaron a hacer unos ejercicios moviéndose muy lentos y respirando también muy lentos y todos siguiendo los movimientos que hacía un señor calvo como aquel de la serie kung fu". Todos nos tuvimos que reír, ya que el buen señor comenzó también a imitar esos movimientos, que como bien apuntó Erika, serian movimientos de tai chi.

Y por fin llegó el final, estando atentos a nuestra llegada al albergue, una pareja de guardias civiles, pidiéndonos la documentación a los dos varones y volviéndonos a enseñar la misma fotografía que ya nos enseñaran los agentes de policía en Logroño. 

Mañana nos espera una etapa corta, pero hemos decidido levantarnos temprano para poder deleitarnos con la arquitectura de Santo Domingo de la Calzada, fin de etapa.

Hasta mañana pues.


domingo, 15 de mayo de 2022

SEXTA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS: ESTELLA - LOS ARCOS

 SEXTA ETAPA (quinta para mí):  Estella - Los Arcos (salvo accidente).

Domingo quince de mayo.

Seis euros me costó lavar y secar la ropa; salió algo arrugada, "pero ya el camino la planchará". Esto último fue lo que me dijo ayer, antes de acostarnos, el bueno de Juan Primor.


   En verdad que es una persona encantadora, y principalmente porque, sin dejar de estar contigo, sintiéndolo cercano, nunca llega a atosigar. En lo poco del almuerzo en Puente de la Reina y la tarde de ayer por las calles de Estella, llegamos a intimar de tal manera que parecía que nos conociéramos desde niño. Buen fichaje diría mi amigo Francisco Javier. Esperemos que no me bastardee. Mi último pensamiento antes de dormirme fue de que la etapa del día siguiente sería un paseo campestre en comparación con las dos últimas; poco más de veinte kilómetros.

Juan Primor y yo salimos cuando todavía no había amanecido, habiendo desayunado un buen tazón de café con leche, tres tostadas de pan de molde con mantequilla y un par de piezas de frutas.

Salimos de Estella y, transcurridos unos dos o tres kilómetros, nos encontramos la fuente del vino y el monasterio de Irache. Me lo habían comentado antes de comenzar el camino y fui algo incrédulo al no creerlo, pero ahora puedo decir que estaba equivocado. Beber un trago de vino recién pasadas las chavitas del día nunca pasó por mis entendederas, pero he de admitir que caí en la tentación de inclinarme y dar un buen trago. No puedo decir que fuera un reserva, pero al peregrino que pase a las doce de la mañana y se aclare el gaznate con un buen trago, le puede servir de bebida energética y reconstituyente. Felicito a la bodega por la feliz idea.

Tengo que decir que hasta la mitad de la etapa de hoy, unos diez kilómetros, nunca me había sentido tan liviano ni libre de cargas; andaba como por el salón de casa. El motivo exacto no lo puedo decir, pero yo lo achaco a la compañía de Juan Primor. Buen tipo este extremeño. Se respiraba una complicidad entre los dos que se agigantaba a cada paso que dábamos. Algo impresionante. Mismos gustos, mismas experiencias, mismas ideas sociales, sin ideología política ninguno de los dos y sobre todo, mismas aspiraciones y búsquedas. O sea, como si estuviéramos "cosíos" con el mismo hilo.

Pero entonces ocurrió lo que siempre teme todo peregrino: un traspiés y atisbo de esguince. Sin saber cómo, una piedra mal pisada y Domingo al suelo. Y menos mal que lo hice, ya que  cuando vi que se me torcía el tobillo, me dejé caer sin forzar la articulación. Bendito el segundo de lucidez mental, ya que podría haber sido peor. Y es entonces cuando se demuestra la validez humana de las personas: ahí se encontraba Juan Primor que no solo con las palabras, sino que también con los hechos, me demostró que se ponía a mi entera disposición sin tener en cuenta sus interese personales. Tras los primeros momentos de nerviosismo y dolor, y comienzo de inflamación de la zona afectada, tuvo una feliz idea. Vamos a ver, Domingo -dijo con la pachorra que le caracteriza-, llevamos varios días de camino, no nos corre nadie, creo que no nos espera nadie, tú, por lo que me cuentas, huyes de alguien, ¿cómo ves si pedimos un taxi y nos plantamos en Logroño? Son las ocho de la mañana, nos saltamos dos etapas y disfrutamos el domingo en la calle Laurel, todo ello después de instalarnos en un albergue o en un hostal y de visitar un ambulatorio donde te vean el tobillo. ¿Te parece bien?  



No me creía que un señor que apenas me conocía, estuviera dispuesto  a hacer todo lo que me había planteado. Pues sí -le contesté-. Dicho y hecho. Poco antes de la una y media de la tarde ya nos encontrábamos en la calle Laurel de Logroño, yo con un fuerte vendaje compresivo en el tobillo, deleitándonos con sus ricos pinchos, sus buenos caldos y su buen ambiente.

La tarde en la zona de copas en la capital de la Rioja acabó antes porque tuve la necesidad de regresar al albergue, y todo porque todos los allí presentes en la calle Laurel y aledaños, recibimos la visita de agentes de policía de paisano, mostrándonos la fotografía a carboncillo de un señor y preguntándonos si lo habíamos visto. Contestamos los dos que no, pero yo enseguida identifiqué la fotografía que nos enseñaron con la imagen del pasquín francés que me sirvió ....., para lo que me sirvió. Ya en el albergue le comenté a Juan Primor lo del pasquín y lo del comentario que me hizo el camarero de Puente de la Reina, ya que a él, siendo el mismo camarero que le sirvió el almuerzo, no le comentó nada. El colombiano, el tal Aarán Cifuentes, estaba claro que según la policía tenía muchas papeletas de ser el culpable de ambos asesinatos, y la verdad era que esa idea no me dejaba descansar, ya que yo sí podía decir que lo llevaba por delante, caso que fuera él. Iba de peregrino.

También le comenté a Juan Primor, mientras nos jugábamos el café en una partida de ajedrez, en el cuarto de juegos existente en el albergue, todo lo sucedido con la dominicana, incluida la llamada telefónica que recibí el día anterior y la propuesta que me hizo de coger un taxi para reunirse conmigo y emprender el camino conmigo. ¿Y qué vas a hacer si te vuelve a llamar? -me dijo moviendo la cabeza en señal de reprobación por mi comportamiento en el tema-. Pues lo que estoy haciendo -le contesté-, seguir huyendo del fuego, a lo que él, con media sonrisa socarrona me contestó que "Dios le da pañuelo al que no tiene moco.Si esto me hubiera ocurrido a mí, te aseguro que el camino iba a esperar hasta el año que viene.

Y así, entre risas y bromas, me dio jaque mate, teniendo que pagar yo el café. Con respecto a mi tobillo, no sé cómo amaneceré mañana, pero en este momento no me molesta absolutamente nada. Espero poder retomar el camino sin ningún problema, aunque, siendo previsor, y ya que la etapa de mañana ronda los treinta kilómetros, he contratado que me trasladen la mochila hasta un pequeño hostal de final de etapa; me costará un poco más que el albergue municipal, pero como me decía mi papá, "el dinero y los cojones para las ocasiones".

Dios tenga en su santa gloria a mis seres queridos y a los de mis amigos.

Hasta mañana.


sábado, 14 de mayo de 2022

QUINTA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS (Cuarta para mí).

 QUINTA ETAPA : PAMPLONA- PUENTE DE LA REINA (y lo que mi cabeza me permita).

Sábado catorce de mayo

Ayer tarde, aunque llegué cansado, no tanto como esperaba, y tras una ducha en el albergue municipal, en el que por casualidad pude encontrar alojamiento al quedarse una litera vacía a última hora, me dirigí a conocer la ciudad. Gran ciudad.   



 Calles y avenidas anchas, amplias zonas verdes, casas solariegas y una amabilidad entre sus habitantes dignas de reseñar. Tras conocer la catedral, pensando lo mismo que Hemingway de su fachada, me quedé pasmado con su claustro. A continuación, y buscando una zona donde picotear algo y avituallarme para el día siguiente, hice el camino que hacen los corredores de los encierros. Por último, tras ver la ubicación exacta de la estatua de San Fermín, me dirigí al albergue para descansar.

Desperté con la sensación de haber descansado como hacía mucho tiempo no lo hacía, por lo que decidí de repetir lo del día anterior: dos etapas en una, plantándome en Estella tras mi  paso por Puente de la Reina; algo menos de cuarenta, aunque mis amiguetes me dicen que es una burrada, y perdón por lo de burrada, que no fue pensada con espíritu peyorativo hacia el noble animal; no vengan ahora los animalistas y me crucifiquen. Pues eso, al no haber nadie levantado en el albergue y con la intención de no molestar a ningún peregrino, salí del dormitorio sin hacer ningún ruido y sin pararme a desayunar; lo haría por el camino. Ya en la calle, con mochila a la espalda, me comí un plátano y un puñado de cacahuetes.

Salí de la ciudad y tras pasar por varias concentraciones urbanísticas se abrieron a mis ojos una gran extensión de cereales, trigo y avena. Me llamó la atención, en contraste con los cultivos de mi tierra andaluza en esta época del año, el verdor intenso y homogéneo de los trigales. Impresionante.

Así llegué, sin comer nada (salvo el plátano y los cacahuetes), a la fuente de la Reniega. Habría recorrido unos once kilómetros según mi reloj. Era hora de echarle algo al cuerpo. Un buen bocadillo de chorizo con jamón de York y una manzana; y para ayudar a que bajara, agua de la fuente. Me esperaba el alto de la Sierra del Perdón: algo más de dos kilómetros hasta el alto.

Veinticinco minutos duró la parada en la fuente de la Reniega, y de ellos, más de la mitad, sintiéndome nuevamente abrazado por el desasosiego. Es que no me lo explico. No me lo puedo creer. ¿Cómo ha conseguido mi número de teléfono si yo en ningún momento intimé en lo más mínimo con ella?. Es que no me lo explico. Sin venir a cuento, la buena de Aracelis, la dominicana, me contó su vida, cosa que no había hecho el tiempo que anduvimos juntos el camino, llegándome incluso a pedir que la esperara. Si me dices dónde estás, me dijo, cojo ahora un taxi y volvemos a hacer el camino juntos. Sin dejar de ser educado con ella, me negué a acceder a su petición, alegando que necesitaba estar solo. Y era la verdad. Continué la marcha, pero he de reconocer que la mochila comenzó a pesarme más, llegando un momento en el que las correas se me clavaban hasta muy adentro, hasta el alma.

No desfallezcas, Domingo, pensé en muchas ocasiones. Y continué.

El alto del Perdón era el principal escollo que tenía que salvar en el día de hoy, y yo, con la rabia que había inundado mi mente, ascendí los algo más de dos kilómetros como si del patio del colegio se tratase, olvidando que ya no tenia catorce o quince años. Iba tan ofuscado que cuando subí a la cima ni se me pasó por la cabeza el echarme una foto en el sitio donde todos los peregrinos se la echaban a su paso, en la caravana de peregrinos confeccionada por chapa. De hecho, la foto que adjunto de esa caravana de peregrinos está robada de la red.



 Con ese estado de ánimo a cuesta comencé a descender el alto del Perdón entre grandes matorrales de casi cinco metros y frondosas encinas que me recordaban a las de la sierra de Huelva, todo ello siguiendo un camino que por momento se convertía en un lastimoso pedregal. Pero yo a lo mío. con mis dos cargas a cuesta. En solitario. Sin relacionarme con nadie. Y como diría un amigo granadino, "buey solo bien se lame".

Me quedaba poco para llegar a la mitad de mi doble etapa de hoy, a Puente de la Reina, aunque en verdad, por el estado por el que estaba pasando mi mente, no tenía seguro si mis primarias intenciones iban a ser cumplidas. Comenzaba a ver algunos viñedos, visión esta que, dada mis gustos por paladear buenos vinos y acordarme de que en tierras navarras se están consiguiendo algunos muy buenos, me ayudó a abstraerme y olvidar las malas sensaciones que me atosigaron en los últimos kilómetros.

Y por fin llegué a Puente de la Reina. Almorzaremos aquí, pensé, y en la sobremesa decido si quedarme o continuar. Llegué a un bar, casi restaurante, que por el aspecto y el ambiente que tenía me pareció que se tendría que comer bien. Era lo que me apetecía. Pero todas las mesas estaban ocupadas por peregrinos, ya que esta localidad es el punto de confluencia del camino francés con el camino aragonés procedente de Somport.


Cuando procedía ya a marcharme, escucho a mi espalda una voz que reclama mi atención invitándome a compartir mesa. Tuve un momento de dudas, ya que me acordé de mi amigo granadino y de su buey, pero al final accedí a la amable invitación. Este peregrino, de nombre Juan Primor, había pasado la noche en Óbanos, procedente de Monreal, por el camino aragonés, comentándome que su intención era llegar hasta Estella, reconociendo que había salido en el día de hoy bastante tarde. Extremeño es él. 

  •   Se le ve buena gente. Me senté a la mesa cuando él ya estaba en los postres, por lo que nuestra charla duró poco. Pero a pesar de su cortedad, y ya convencido que hoy dormiría en Estella, nos pasamos nuestros números de teléfonos por si pudiese gestionarme mi alojamiento, ya que él llegaría una hora o dos antes que yo, ya que se le veía fuerte y tan solo llevaba cuatro o cinco kilómetros a sus espaldas en el día de hoy. 
  • En verdad no tenía mucha hambre, por lo que me tomé tan solo una sopita de calabacines y un par de pimientos rellenos con bacalao. De postre una manzana y, eso sí, café y un chupito de pacharán. Aaaahhhhh, se me olvidaba, en la comida con un par de copas de tinto de la tierra. Y sin más dilación, al camino, que me esperan las calles de Estella.
  • He de hacer mención del monumental puente sobre el río Arga que le da nombre a la localidad, puente en el que se encontró en el día de ayer, según me comentó el camarero, el cadáver de un peregrino con los testículos seccionados y colocados en su mano izquierda, además de varias puñaladas en el pecho. Solo cuento lo que me comentó el camarero, quien me dijo también que hace unos días apareció otro peregrino en las mismas circunstancias en un pueblo del Pirineos francés. 
  • Y esas dos muertes en las mismas circunstancias fueron las que ocuparon mi cabeza por todo el camino, hasta el punto que me planté en el puente sobre el río Salado sin haberme dado cuenta. Recuerdo que pasé por los restos de una calzada romana pero como si no hubiera pasado, cuando yo normalmente me fijo en esos detalles. Caí en ello cuando me paré a descansar un poco y comerme una barrita energética a orillas del Salado y con los arcos ojivales de su puente al fondo, mientras que sacaba de mi cartera los dos pasquines con la cara del colombiano Aarán Cienfuentes y les prendía fuego, convirtiéndolos en ceniza. ¿Tendría algo que ver este colombiano con los dos asesinatos? Yo por si acaso, pensé, me deshago de todo lo que me pueda legar a él.
  • Prosigo el camino y, desde el mencionado río hasta la siguiente localidad, Lorca, hay un kilómetro más o menos, pero muy exigente. Los kilómetros me van pesando. No creo que vuelva a repetir la burrada que estoy haciendo, y más dos días seguidos. Doble burrada. Y repito que los pollinos siempre me gustaron; así y todo, vuelvo a pedir perdón por si alguien se sintió ofendido.
  • Salgo de Lorca y, tras un breve descenso, nuevamente comienza a picarse el camino hacia arriba; pero dura poco. Observando la cima que estoy ascendiendo, me suena el teléfono y antes de mirar la pantalla pienso en el extremeño Juan Primor; pero no es él; es el mismo número del que me llamó Aracelis. No se lo cojo.Vuelve a sonar a los dos minutos, coronando la cima, y en esta ocasión sí que es Juan Primor, informándome que ya me había hecho la reserva en el albergue municipal. Me da la dirección y me dice que a mi llegada pregunte por Asu, que es la encargada, a la que ya le ha hablado de mí.
  • La llamada de Juan Primor me reconforta, haciendo olvidar la de la dominicana, por lo que me lleno de fuerza y me planto en mi destino final en poco menos de dos horas. Satisfecho, muy satisfecho. Cansado, pero satisfecho. 

  • Tras la ducha, salgo por el pueblo. Impresionante. Un patrimonio artístico digno de su fama: por algo la llaman la Toledo del Norte. Desde la portada de la iglesia del Santo Sepulcro, una joya del gótico navarro, a la puerta de la iglesia de San Miguel, esculpida con estilo románico, pasando por la monumentalidad del convento de Santo Domingo; y no hablemos ya del pórtico de San Pedro de la Rúa con sus arcos lobulados de influencia árabe; impresionante. Sinceramente, localidad esta para quedarse aquí dos o tres días.
  • Pero por hoy ya está bien. Ochenta kilómetros en dos días es pasarse. Prometo no volverlo a repetir; a no ser que el fuego me queme.
  • Hasta mañana.




jueves, 12 de mayo de 2022

TERCERA ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS (y otro tanto más).

 TERCERA ETAPA (y otro tanto más): RONCESVALLES - ZUBIRI (y algo más).

Nadie me dijo en todo ese tiempo de espera para atreverme a comenzar esta aventura, que en tan solo dos días de camino iba a vivir una serie de acontecimientos, más o menos banales, más o menos trascendentales, que más que tranquilidad y sosiego, que en definitiva era lo que venía buscando, me traerían una lucha interior y como consiguiente toda una noche de desvelo. 


Si la noche anterior fueron los gendarmes y la búsqueda del colombiano la causa del robo de varias horas de mi sueño, en esta ocasión la pérdida de tiempo en brazos de Morfeo fue motivada por la jornada vivida durante el día, toda repleta de preguntas, emociones y situaciones nada agradables que me llevaron incluso a pensar en abandonar el camino. Qué necesidad tengo yo de ser acusado de tener que ver con un posible criminal, o el tener  que soportar los desprecios y ninguneos de una, a pesar de su edad, nena malcriada; o incluso tener que estar en continua actitud defensiva con el fin de contrarrestar los que para mí tienen toda la pinta de ataques libidinosos de una compañera de viaje. No, yo he venido a encontrar la paz y a reencontrarme conmigo mismo. Y menos mal que me he topado con Cecilio. Gracias, querido Cecilio. 

Y el día comenzó con más de los mismo. Poco antes de levantarme, pasados unos minutos de las seis, recibí a pie de cama a la mísmisima  Aracelis que me traía un reconstituyente y oliente café, todo ello acompañado de una sonrisa que tan solo la pueden mostrar las mujeres que tienen una boca y unos labios como los de ella. Me incorporé y, tras darle las gracias, di un sorbo al café. Me supo a gloria. Tan bien me supo que lo primero que hice fue tomar una decisión, que aunque me resultase dura y me trajese consecuencias negativas para mi identidad física, tenía que tomarla para conseguir el objetivo del porqué me encontraba allí y que no era otro que el de conseguir mi estabilidad emocional. Decidí, recordando mis tiempos de infante de marina, hace ya mucho, hacer dos etapas en una, o lo que es lo mismo, hacer una etapa de poco más de cuarenta kilómetros; creo estar preparado para ello. 

Pensado y comunicado. En el desayuno le comuniqué a Cecilio y a Aracelis mi decisión de hacer dos etapas en el día, por lo que a mi llegada a Zubiri, seguiría la senda y me plantaría hasta Pamplona. Grazziela, aunque se encontraba fisicamente en otra mesa desayunando, sus oídos se encontraban en la nuestra, percibiéndolo todo. No es el momento de comentar el semblante que se le quedó a la dominicana; ni creo que lo vaya a hacer nunca. Realmente lo sentí por Cecilio; gran tipo este vasco cerrado.

Y salimos en grupo a las chavitas del día, aunque nada más salir del núcleo urbano y llegar al robledal de las brujas, me despedí de todos acelerando mi velocidad de marcha. Durante un largo trayecto sentí como los ojos de Aracelis se clavaban en mis espaldas pidiéndome que no hiciese la locura que iba a hacer, como si fuera un sortilegio emanado de los aquelarres celebrados en el siglo XVII en este mismo robledal, de donde viene su nombre.

Muy pronto consigo dejar atrás al grupeto con el que salí, aunque también he de reconocer que fueron varios los peregrinos que me pasaron como una exhalación: ¡vaya ritmo!. Y lo que tenía claro era que no podía cebarme y dejarme llevar por ellos, ya que en mis planes  seguía reinando la idea de llegar hasta Pamplona.

Fueron discurriendo los kilómetros y observé un cambio en la orografía antes de llegar a Zubiri. Mientras que en un primer momento me encontré un camino completamente llano alternando tramos boscosos con extensos prados verdes, a continuación, adentrándome en hayedos y robledales, la senda comienza a picar hacia arriba teniendo que subir dos tachuelas como se dice en el argot ciclista. Tras la cumbre de la segunda de ellas, concretamente el puerto de Erro, y tras descender entre matorrales y boj, llego a las puertas de Zubiri. Primera parte de mi super etapa concluida. 




Una primera parte en la que mi cabeza no dejó de dar vueltas a todo lo que me había sucedido en tan solo dos días: los gendarmes, el colombiano, los pasquines, la argentina y sobre todo, las intenciones de la bella Aracelis, que al fin y al cabo fue la verdadera causante de mi decisión. A la llegada a Zubiri me vi con fuerza, como si la caminata de veinte kilómetros no la hubiera realizado; mentalmente me encontraba nuevo. Seguro que hubiese llegado más cansado si no hubiera tomado esa decisión  y hubiera realizado el camino con mis antiguos amigos peregrinos. Actitud. Actitud positiva para todo lo emprendido.

Espárragos, estofado de carne y unas fresas con nata; café, orujo y al camino. Me quedaban unos veinte por delante. Durante el almuerzo, el camarero me indicó al reconocer mi acento andaluz que días antes habían estado tomándose unos pinchos un señor con el mismo acento que yo, en compañía de un vasco y de un colombiano. Lo del colombiano me dejó pensativo. 

La segunda parte de mi super etapa de hoy puedo catalogarla como de un rompepiernas sin subidas ni bajadas bruscas. Realmente, y a pesar de llevar algo más de veinte kilómetros en mis espaldas, y en mis piernas, no se me ha hecho pesada; todo lo contrario. Y sobre todo me ha servido de reparador mental. También me ha ayudado mucho el sonido del agua. Tengo que decir que soy muy de agua. El hecho de discurrir cercana la mayor parte de mi etapa al curso del río Arga, ha motivado que todo haya pasado en un abrir y cerrar de ojos. Y otro motivo de alegría para mi mente: los puentes; siempre me han dicho mucho. Os tengo que contar que desde Zubiri hasta Pamplona, y siempre cruzando el río Arga, me he encontrado con cuatro puentes: el de la Rabia en Zubiri, el de los Bandidos en Larrasoaña, el de Iturgaiz en Irotz y el de la Magdalena a mi llegada a Pamplona. 


Por hoy ya está bien. Mañana, no sé qué hacer, si llegar hasta el Puente de la Reina o si por el contrario repito la brutalidad de hoy y me llego, como dando un paseito, hasta Estella. Ya veremos.

Hasta mañana.

Pda.: "todas las mujeres tienen una sonrisa bonita; y los hombres también"




SEGUNDA ETAPA CAMINO FRANCÉS.

 SAN JUAN DE PIE DE PUERTO - RONCESVALLES.

La noche ha superado a las toledanas. Aunque a las diez ya había dado las buenas noches a mi compañera de litera, que era con quien más ligas había hecho, pues la verdad era que la mayoría del resto de peregrinos que ocupaban el albergue no hablaban castellanos (japoneses, alemanes, holandeses, húngaros, por no enumerarlos a todos), a pocos minutos de haber dado la medianoche tuvimos la agradable sorpresa de varios gendarmes. 


Las luces del albergue se encendieron, obligándonos a todos los allí presentes a enseñarles nuestra documentación, y digo a todos porque las mujeres fueron excusadas desde un primer momento en tenerla que mostrar. Buscaban a un hombre. Buscaban al colombiano. Buscaban a Aarán Cienfuegos. Los agentes, como es normal, hablaban en francés, por lo que yo no entendía absolutamente nada. Yo, del "ye tem" y del "ne te quitte pas" nunca pasé. Por eso, y por lo que encontraron en mi cartera, los agentes se cebaron un poco más de lo normal conmigo. " Qué fe ce foto dan votr portefeil?" me preguntaba una y otra vez el gendarmen cuando vio que en mi cartera llevaba bien doblados un par de pasquines del tal Aarán. Más de media hora me costó que los agentes se enterasen el porqué se encontraban en mi poder esos pasquines del colombiano, y gracias a que uno de ellos, el último que llegó, había veraneado un par de años en Tarifa y sabía algo de castellano. Eran pasadas las cuatro cuando el albergue volvió a disfrutar de la oscuridad. Y nada se supo del colombiano.

El olor a café recién hecho hizo que a las seis y media me encontrase ya en la cocina, no sin antes, y sin ninguna intención, haber despertado a Grazziela, la argentina compañera de litera. Los dos llegamos al mismo tiempo a la cocina, conociendo a la autora del primer café del día, que tras las presentaciones de rigor supimos que se llamaba Aracelis y era dominicana. Café, tres tostada de pan de molde, un croissant  y una manzana. Los tres desayunamos lo mismo, aunque la dominicana repitió café. Nos esperaba un día duro, más de veinticinco kilómetros de duras rampas y, según nos comentó antes de salir un vasco que había hecho varias veces el camino, Cecilio, una más que pronunciada bajada en los últimos momentos de la etapa; pasábamos de los pocos más de ciento cincuenta metros del punto de salida a los cerca de los mil quinientos casi al final, para terminar en Roncesvalles a unos novecientos cincuenta.

Nada más salir del pueblo, donde nos encontramos dos coches de la gendarmería con cuatro agentes, quienes nos examinaron de  arriba abajo, sobretodo a los dos hombres, aunque también aprovecharon para hacerle un scanner a la dominicana, que dicho sea de paso, rebosaba belleza y sensualidad, comenzaron los primeros repechos. Terribles. Primeros kilómetros muy exigentes, sin tregua, pero siempre rodeados de verdes praderías, hecho este que ayudaba a relajarnos un poco; pero poco, ya que los tramos donde recuperar el aliento eran escasos e insuficientes. Y Cecilio el vasco arreándonos; y menos mal que venía, porque gracias a sus arreos y a sus comentarios vascos, vascos, nos hizo algo más liviano el caminar. "Cuando terminemos la etapa voy a comprar todo este terreno de repechos y lo voy a aplanar". 

Fuertes rampas y pronunciadas curvas de herraduras conformaban el camino, comenzando a encontrarnos con rebaños de ovejas y robustos caballos. Dejemos aquí las mochilas y acerquémonos hasta donde los caballos -me dijo asiéndome del brazo Aracelis. Le hice caso. Y fue interesante, porque sin hablar, solo con onomatopeyas. relinchos y algunas miradas cargadas de palabras, caballo, dominicana y yo mantuvimos un diálogo muy ameno. Fue curioso e intrigante porque cuando Aracelis y yo volvimos a donde dejamos las mochilas, encontramos a Grazziela como con cara de pocos amigos. No supe el porqué.

Proseguimos la marcha. Nadie hablaba, hasta que Cecilio, poco antes de llegar a la talla de la virgen de Biakorri, exclamó en euskera: "isilik dagoneak ez dio gezurrik", a lo que yo, imaginándome más o menos lo que quería decir, exclamé un "¡coño!, ¿y eso qué quiere decir?", contestando él con sonrisa en rostro, "isilik dagoneak ez dio gezurrik", el que está callado no miente", que traducido al andalú significa, contesté yo de inmediato, "que en boca cerrada no entran moscas". Muchas risotadas y muchas miradas.


  Muy pronto abandonamos el camino y nos adentramos monte a través, eso sí, siempre siguiendo indicaciones.Verdes praderas y suaves laderas dan paso a un collado que es donde se encuentra la Fuente de Roldán, famoso, y me refiero al oficial de Carlomagno, por lo que todos sabemos. Muy pronto ya, pisamos tierras españolas, tierras navarras; nos queda andar menos de lo andado. Voy bien, pero Aracelis no para de quejarse y  de ralentizar nuestra marcha; para Grazziela, no existo; ni una sola mirada. Un tupido bosque de hayas nos anima a acabar con los fuertes repechos, aunque antes de llegar a la cima más alta, nos encontramos con que el camino que llevamos se endurece por convertirse en un verdadero pedregal rompe tobillos; un verdadero infierno. Aracelis no puede más; Grazziela parece que se alegra. De verdad que no entiendo la situación. Por fin llegamos al collado Leopoder; creo que se llama así.

Ya nos queda poco más de cuatro kilómetros, entrando en la disyuntiva de qué opción coger en un cruce de caminos. Yo decido coger el de la derecha, que aunque algo más largo, tiene menos pendiente y discurre por pista asfaltada. Aracelis secunda mi idea. Grazziela, como era de esperar, decide coger por el más corto e inclinado. Me sentí acribillado con la mirada de la argentina. Cecilio, aunque partidario de coger la pista asfaltada, decidió a última hora acompañar a la chica de la Pampa. 

La bajada nos ofreció unas vistas espectaculares: verdes intensos y bosques de hayas. Tan idílica era la panorámica que Aracelis leyó mi pensamiento, invitándome a que nos detuviéramos a observarlo. Así lo hicimos. Pero aquel momento duró poco; tuvo que durar poco. No hubiese sido prudente el continuar más tiempo allí. 

Y por fin concluimos mi segunda etapa. 

Pero si Francia nos despidió con las miradas de los gendarmes, España nos recibía con las preguntas de los guardias civiles. 

Solo espero que la luz del albergue pueda dejar de estar encendida a la hora de siempre.

Hasta mañana pues.